Descripción

[…] «una psicóloga en su consultorio tenía una especie de bazar, un mini mercado con estantes en las paredes, como góndolas de supermercado. Después de las sesiones sugería algún producto. Antes de abrirte la puerta te decía “Nos vemos la próxima semana; te recuerdo que hoy tenemos el 50% en fideos secos, guantes de látex y esponjas”. Y cuando en alguna sesión se hablaba de algún encuentro de amigos o familiares invitados en la casa, interrumpía sugiriendo vasos descartables, manteles y servilletas. Me alentaba a ser más práctico en esos eventos. Agregaba siempre una intervención en cada ocasión: “Tenés que disfrutar de tu cumpleaños porque es tu día especial, y si necesitas la vela con tu número o una torta, te la puedo ir encargando”.

 

Pero más allá de los productos que uno compraría en un supermercado, tenía una vitrina que era para ella su “línea terapéutica”. Y más allá de ser una buena psicóloga, era una mejor vendedora: la primera sesión, me sugirió un shampoo natural que mejora la autoestima. Y seguido me ofreció la promoción de un jabón removedor de represiones de la infancia, que según ella aceleraba la aparición de recuerdos desagradables. Le he llegado a comprar una cadena anti ansiedad, cremas de afeitar para mejorar la masculinidad, un imán con un logo de Freud y una gorra con la leyenda: “Yo me analizo con Deborah Ruiz”.»

Memorias de un inconsciente: Relatos. Carlos S. Romero

$13.500,00
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[…] «una psicóloga en su consultorio tenía una especie de bazar, un mini mercado con estantes en las paredes, como góndolas de supermercado. Después de las sesiones sugería algún producto. Antes de abrirte la puerta te decía “Nos vemos la próxima semana; te recuerdo que hoy tenemos el 50% en fideos secos, guantes de látex y esponjas”. Y cuando en alguna sesión se hablaba de algún encuentro de amigos o familiares invitados en la casa, interrumpía sugiriendo vasos descartables, manteles y servilletas. Me alentaba a ser más práctico en esos eventos. Agregaba siempre una intervención en cada ocasión: “Tenés que disfrutar de tu cumpleaños porque es tu día especial, y si necesitas la vela con tu número o una torta, te la puedo ir encargando”.

 

Pero más allá de los productos que uno compraría en un supermercado, tenía una vitrina que era para ella su “línea terapéutica”. Y más allá de ser una buena psicóloga, era una mejor vendedora: la primera sesión, me sugirió un shampoo natural que mejora la autoestima. Y seguido me ofreció la promoción de un jabón removedor de represiones de la infancia, que según ella aceleraba la aparición de recuerdos desagradables. Le he llegado a comprar una cadena anti ansiedad, cremas de afeitar para mejorar la masculinidad, un imán con un logo de Freud y una gorra con la leyenda: “Yo me analizo con Deborah Ruiz”.»