Descripcion:

La primera parte de este libro es un seminario, que investiga la vigencia de la fantasía de seducción –concepto fundamental del psicoanálisis, organizador de toda la clínica de las posiciones subjetivas– en el siglo XXI. ¿Cómo se juega esta fantasía –que necesita lo implícito– en un mundo que hizo de la seducción la moneda de intercambio corriente? Porque si todo es seducción explícita (un saludo, un gesto amable, etc.), es verdad que el deseo no es más que una máscara de un ejercicio del poder y sólo cabe esperar condiciones simétricas y contractuales del lazo social; pero, ¿es eliminable el deseo? ¿Podemos evitar su retorno salvaje? ¿No es la erotomanía su regreso más desesperado (“me dijo hola, me quiere coger”) cuya contracara son varones que de tanto querer coger, de solo querer coger, se encuentran con que no se les para (impotencia calcada de la anorexia que no se deja atiborrar)? En cualquier caso, el deseo resiste. El poder no explica al sujeto y la simetría se revela como una forma cómica de la relación entre los sexos, que se repite como tragedia cuando día a día la misoginia y la violencia aumentan. No triunfa la religión, como decía Lacan, sino la seducción con la consecuente destitución de la fantasía y una crisis del erotismo inimaginable en Occidente.

La segunda parte son tres textos específicos, que complementan los desarrollos del seminario, dedicados al homoerotismo masculino, la crítica del amor romántico y lo que empezó a llamarse “intensidad” femenina.

El triunfo de la seducción. El psicoanálisis después del patriarcado. Lutereau y Esborraz

$11.000,00
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La primera parte de este libro es un seminario, que investiga la vigencia de la fantasía de seducción –concepto fundamental del psicoanálisis, organizador de toda la clínica de las posiciones subjetivas– en el siglo XXI. ¿Cómo se juega esta fantasía –que necesita lo implícito– en un mundo que hizo de la seducción la moneda de intercambio corriente? Porque si todo es seducción explícita (un saludo, un gesto amable, etc.), es verdad que el deseo no es más que una máscara de un ejercicio del poder y sólo cabe esperar condiciones simétricas y contractuales del lazo social; pero, ¿es eliminable el deseo? ¿Podemos evitar su retorno salvaje? ¿No es la erotomanía su regreso más desesperado (“me dijo hola, me quiere coger”) cuya contracara son varones que de tanto querer coger, de solo querer coger, se encuentran con que no se les para (impotencia calcada de la anorexia que no se deja atiborrar)? En cualquier caso, el deseo resiste. El poder no explica al sujeto y la simetría se revela como una forma cómica de la relación entre los sexos, que se repite como tragedia cuando día a día la misoginia y la violencia aumentan. No triunfa la religión, como decía Lacan, sino la seducción con la consecuente destitución de la fantasía y una crisis del erotismo inimaginable en Occidente.

La segunda parte son tres textos específicos, que complementan los desarrollos del seminario, dedicados al homoerotismo masculino, la crítica del amor romántico y lo que empezó a llamarse “intensidad” femenina.